Bajo secreto y alta discreción para evitar una estampida, una operación mexicana de rescate de refugiados haitianos —damnificados del sismo del pasado 12 de enero— está a punto de concretarse.
Por primera vez desde que en los años ochenta se aceptó a guatemaltecos como refugiados en la estela de las guerras civiles en Centroamérica, el gobierno mexicano abrirá sus puertas a poco más de 300 haitianos, a los que permitirá vivir en México durante espacio de un año por razones humanitarias.
Los refugiados, primeros aceptados en el país a causa de un desastre natural, partirán este lunes hacia Veracruz a bordo del buque Usumacinta de la Armada de México, el cual zarpará desde un puerto secreto en territorio haitiano —a unas dos horas de Puerto Príncipe— bajo vigilancia de la Policía Nacional y el Ministerio del Interior de Haití, así como de la Organización de Naciones Unidas y marinos mexicanos.
El buque y los refugiados arribarán a costas de México en cinco días, tiempo que les tomará navegar en el Usumacinta por aguas del Caribe hasta territorio nacional. Desde la llegada de los refugiados republicanos españoles a Veracruz a finales de los años treinta, ningún barco oficial mexicano había emprendido una tarea como ésta.
“La operación tiene que hacerse con mucha discreción para que la gente no se entere y tengamos un problema de seguridad en el puerto. Se va evacuar a niños, ancianos, mujeres y familias enteras”, confió una fuente diplomática mexicana.
Dentro de la reserva con la que se ha manejado el tema en Haití, la embajada de México pidió a los refugiados seleccionados guardar absoluta secrecía sobre su salida y no correr la voz entre la desesperada población de desplazados de Puerto Príncipe, donde un millón y medio de personas permanece hacinada en tiendas de campaña.
Por la tarde del domingo, agentes del Instituto Nacional de Migración (INM) arribaron a la capital haitiana para verificar los papeles y las identidades de los refugiados y granjearles la salida de Puerto Príncipe, que a casi 100 días del sismo sigue en buena medida devastada.
“Ya están haciendo las maletas”, expuso la fuente consultada. Se les pidió llevar solo sus pertenencias esenciales a México, petición que no será difícil de cumplir ante el tamaño de las pérdidas sufridas el 12 de enero pasado.
Lo cierto es que todo el viaje se hará prácticamente bajo silencio. Temprano por la mañana de este lunes se ha ordenado a los haitianos seleccionados concentrarse en un punto céntrico de la capital del país, desde donde abordarán camiones sin rotulación para llevarles, lo más discretamente posible, a su punto de salida.
El grueso de los refugiados viene de los campamentos de emergencia erigidos en el club de golf Petionville, albergue temporal para poco más de 70 mil personas y que ha sido declarado por la Organización de Naciones Unidas como una “zona de peligro” ante el inminente arribo de la temporada de lluvias.
Y es que el campamento se encuentra en lo que ahora se conoce como la “villa plástico”, una metrópoli provisional erigida en una ladera altamente vulnerable a deslaves de lodo, comunes en las torrenciales lluvias tropicales que cada año, a finales de abril y ya desde esta semana, azotan a la capital hatiana.
“Tenemos que sacar de aquí al mayor número de personas que podamos”, señaló Roy Mc Goarty, del cuerpo de ingeniería del Ejército de Estados Unidos, que durante las últimas cuatro semanas ha librado una batalla contra el reloj para cavar zanjas de drenaje en el campamento y, al mismo tiempo, librar un poco de la apabullante presión poblacional que pende sobre “villa plástico”.
La selección
Los poco más de 300 haitianos que partirán a México fueron seleccionados con base en peticiones de sus familiares, tanto mexicanos como haitianos, que radican legalmente en el país y que pidieron al gobierno federal extenderles visas humanitarias por un año, en tanto se estabiliza la situación en su país.
Algunos son huérfanos. Otros, heridos que requieren atención médica prolongada, personas de la tercera edad o hasta lisiados, parte de los miles de afectados que perdieron sus extremidades en el temblor de hace tres meses.
Para su viaje, los haitianos serán acomodados en la zona de carga del Usumacinta, donde normalmente se transporta a un batallón de infantería. Centenares de camastros y sollados han sido acondicionados a manera de hotel flotante en éste, el principio de un viaje inédito en la historia moderna de la Marina Armada de México
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